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El programa de la cibercultura

Tomando como base de reflexión los capítulos IV a VII del libro de Perre Lévy, filósofo tunecino (o ciberfilósofo como lo llama Piscitelli): Cibercultura. La cultura de la sociedad digital (2007), podríamos considerar la Cibercultura como un nuevo dispositivo que contendría al menos los siguientes elementos: una potenciación y problematización de la interactividad, el ciberespacio como infraestructura de comunicación, la puesta en escena de una nueva universalización (universalidad sin totalidad),  un escenario de movimiento social y sobre todo tres elementos programáticos (para un programa sin meta ni contenido): la interconexión generalizada, las comunidades virtuales y la inteligencia colectiva.

 Interactividad

En forma general, la interactividad se define como la participación del beneficiario en la transacción de información, dado un medio técnico o canal, lo que, en principio, dejaría de lado  tanto el caso de la oralidad, donde lo que se presenta es el diálogo en vivo y en directo, cara a cara, sin ninguna mediación técnica; y tal vez el caso la escritura misma, donde lo que se da es una relación comunicativa «en diferido»: producción de sentido – interpretación; pero veámos precisamente esa problemática presentada por Lévy.

Pero la interactividad tiene grados, dependiendo de la posibilidad de reapropiación y recombinación material de la información, por parte del receptor y del emisor. Un buen grado de interactividad se da cuando hay posibilidad real de interrumpir una secuencia de informaciones y de reorientar el flujo informacional en tiempo real, situación que se da tanto en el caso de la comunicación telefónica, como en el caso de los videojuegos, pero en este último escenario, también el medio mismo (la matriz informacional, el  programa) “reacciona” y no solamente la persona (o incluso las personas si es un videojuego en red), lo que haría al videojuego en red (caso propio del mundo virtual) más interactivo, Sin embargo, en la comunicación telefónica, en cuanto telepresencia, es más interactiva, pues nos pone en contacto con la voz del interlocutor, es decir con su cuerpo, y no sólo con su imagen o con sus acciones.

                          interactividad

Lévi describe la interacividad  a través de varios ejes:

·    Las posibilidades de apropiación y de personalización del mensaje recibido

·    La reciprocidad de la comunicación

·    La virtualidad

·    La implicación de la imagen de los participantes

·    La telepresencia

Distingue además dispositivos de difusión unilateral, de reciprocidad y de multidiálogo en tres escenarios progresivos: dispositivos que no permiten la modificación en tiempo real del mensaje, dispositivos que permiten la interrupción y reorientación del flujo informacional en tiempo real, dispositivos que facilitan la implicación del participante en el mensaje

Ciberespacio

Lévy define el ciberespacio como el espacio de comunicación abierto por la interconexión mundial de ordenadores y de las memorias informáticas, conformado por el conjunto de sistemas electrónicos de comunicación que transportan informaciones provenientes de fuentes digitales. Este tipo de información (la digital) es la que da un carácter plástico a la comunicación, tratable en tiempo real, hipertextual, interactiva y virtual. Las principales facilidades del ciberespacio son: el acceso  y transferencia a distancia de archivos y de utilidades, el correo electrónico, las conferencias electrónicas y en general la comunicación a través del mundo virtual compartido.

Con el acceso a información digital, se hace innecesario que una persona usuaria deba tener todo en el ordenador personal: basta que esté disponible en alguna parte del ciberespacio y podamos conectarnos con el servidor correspondiente. De ese modo, se hace posible “no solamente leer un texto, navegar en un hipertexto, mirar una serie de imágenes, visionar un video, interactuar con una simulación, escuchar una música grabada en una memoria distante, sino también alimentar esa memoria con texto, imágenes, etc. Comunidades dispersas pueden entonces comunicarse al compartir una telememoria sobre la cual cada miembro lee y escribe, cualquiera que sea su posición geográfica” (72)

Las facilidades de comunicación virtual convierten al ciberespacio en un medio de contactar personas ya no en función de su nombre o de su posición geográfica, sino a partir de su centro de interés. Pero es sobre todo la posibilidad de una comunicación todos-todos, posible gracias al desarrollo de los medios virtuales, lo que caracteriza la cibercultura.

 

El ciberespacio puede definirse, en últimas, como una cierta manera de usar la infraestructura digital que apunta a un tipo particular de relación entre personas y que soporta aquellas  tecnologías intelectuales que amplifican, exteriorizan y modifican numerosas funciones primitivas humanas: la memoria (bases de datos, ficheros, hipertextos), imaginación (simulaciones), percepción (telepresencia, realidades virtuales), razonamientos (inteligencia artificial) y que favorecen nuevas formas de acceso a la información y nuevos estilos de razonamiento

Lo universal sin totalidad

 Según Lévy, las sociedades modernas hicieron surgir, por la utilización de la escritura como el modo preponderante y valioso de la comunicación humana, una universalidad totalizante. El ciberespacio, en cambio, pone en juego otro tipo de universalidad: la interconexión generalizada: una universalidad sin totalidad, una universalidad por contacto.

Si bien la escritura hizo posible conocer mensajes producidos por personas situadas a miles de kilómetros, o muertas tiempo atrás o pertenecientes a distintas culturas y épocas y así los actores de la comunicación ya no necesitaban la interacción directa (de la oralidad), se generaron condiciones necesarias para entender el mensaje fuera de su contexto: “Del lado de la recepción, se inventó el arte de la interpretación, de la traducción… y del lado de la emisión, se hizo un esfuerzo por componer mensajes susceptibles de circular por todos lados, independientes de sus condiciones de producción (universalidad), y que contuviesen en ellos mismos… sus claves de interpretación (autorreferencia) o su sentido (totalidad)” (87). Como consecuencia se erige culturalmente la figura demiúrgica del autor, como fuente precisamente de autoridad del texto, mientras que el intérprete  se convierte en el modulador o actualizador de su autoridad, quien debe garantizar lo universal de la escritura: el sentido de la obra (prefigurado por el autor), ocasionando el efecto que Lévy llama de “clausura semántica” en contra de la pluralidad de contextos y de la diversidad que hace circular los mensajes.

Los medios de comunicación de masas continúan esta tendencia de “división” del trabajo iniciado por la escritura, y hacen aparecer además al espectador o la audiencia como figura de la recepción: un receptor ahoara masivo; sin embargo en algunos casos, como en las transmisiones en directo y en general cuando se da paso a la presentación de la actualidad, se abre un escenario de participación en el que el espectador se implica, si no prácticamente (pues no puede intervenir los contenidos), si al menos emocionalmente.

En general, las formas derivadas de la escritura tienen vocación de ser universales, pero cada una totaliza a su modo: “las religiones universales totalizan sobre el sentido, la filosofía sobre la razón, la ciencia sobre la exactitud reproductiva, los medios de comunicación sobre una captación en un espectáculo apabullante llamado comunicación” (90).

Sólo cuando se da la emergencia del ciberespacio, se da la ruptura: «el mayor acontecimiento cultural anunciado por la emergencia del ciberespacio es el desembrague entre estos dos operadores sociales o máquinas abstractas… que son la universalidad y la totalización… El ciberespacio nos devuelve, en efecto, a las situación anterior a la escritura –pero a otra escala y en otra órbita– en la medida en que la interconexión y el dinamismo en tiempo real de la memorias en línea hacen de nuevo compartir el mismo contexto, el mismo inmenso hipertexto vivo con los interlocutores de la comunicación «(91).

Con la interconexión generalizada lo universal no se articula ya sobre el cierre de sentido exigido por la descontextualización, sino que se enlaza, por el contacto, por la interacción general. Y surge además otra característica: cuanto más universal (extendido, interconectado, interactivo), menos totalizador: cada conexión añade heterogeneidad, nuevas fuentes, de información, nuevas líneas de fuga, multiplica las singularidades y el desorden, pero ante eso no hay que caer en la tentación de fijar, de estructurar, sino que hay que aprender a navegar. El ciberespacio se constituye así en un horizonte del mundo virtual vivo, heterogéneo e intotalizador en el que cada ser humano puede contribuir y participar.

Finalmente quisiera citar largamente a Lévy cuando se pronuncia en relación con la posmodernidad (94). Lévy plantea que la posmodernidad ha sabido identificar el estallido de la totalización con la caída de los grandes metarrelatos, que da lugar a una multiplicidad de los puntos de vista y de las legitimidades y frente a la cual se producen dos tendencias, una hacia el todo vale de la relatividad radical y otra que se preocupa por la coherencia, por la legitimidad, etc. “Pero la filosofía posmoderna ha confundió lo universal con totalización. Su error consistió en tirar el bebé de lo universal dentro del agua sucia de la totalidad”, es decir, Lévy pide no confundir generalizar con universalizar por totalización: “¿Qué es lo universal? Es la presencia virtual de la humanidad en ella misma. En cuanto a la totalidad se la puede definir con la reunión estabilizada del sentido de una pluralidad… permanece bajo el horizonte del mismo”, de la identidad, cuando sería posible instaurar más bien en  nuevo pensar vivir de la diferencia que la cibercultura facilita, acentúa y fomenta.

 El movimiento social de la cibercultura

Levy reporta como antecedente de la cibercultura el movimiento social californiano computers for the people que quiso poner la potencia de cálculo de los ordenadores en manos de la gente, liberándolos de la dependencia de los informáticos; movimiento cuyo resultado a la larga fue no solamente Internet, entendido como la red de redes, sino el ciberespacio: es decir la consolidación de un sistema de comunicación con soporte informático en la que han intervenido empresas, asociaciones, universidades, medos de comunicación y una masa cada vez más grande y competente de personas explorando herramientas, construyendo espacios de encuentro, compartiendo invenciones y fomentando la inteligencia colectiva.

Pero Internet, y por extensión el ciberespacio, tiene un origen más complejo, se ha constituido, siguiendo a Manuel Castells, por la convergencia de varias culturas: la cultura académica, la cultura hacker, la cultura empresarial y la cultura de las comunidades virtuales. Lo que sí es cierto es que Internet es, en palabras de Lévy, uno de los más fantásticos ejemplos de construcción cooperativa internacional o, en palabras de Casttells:

Un instrumento de comunicación libre, creado de forma múltiple por gente, sectores e innovadores que querían que fuera un instrumento de comunicación libre. Creo que, en ese sentido, hay que retener que las tecnologías están producidas por su proceso histórico de constitución, y no simplemente por los diseños originales de la tecnología.

Entendido como movimiento social, la cibercultura se propone como programa (sin meta ni contenido, es decir sin una teleología totalizante), la interconexión generalizada, la organización de comunidades virtuales y el ideal de la inteligencia colectiva. El primer aspecto es el más técnico y consiste en asegurar que cada aparato de la vida cotidiana tenga una dirección Internet, de modo que pueda recibir y emitir información. Un escenario como ese  implica el avance desde las nociones de canal a la de espacio englobante pasando por la actual de red. A la larga, la cibercultura apunta hacia una civilización de la telepresencia y la interconexión es el tejido del universal por contacto.

En cuanto a las comunidades virtuales, la definición que propone Lévy es la siguiente: una comunidad construida sobre afinidades en un proceso de cooperación o de intercambio, independientemente de las proximidades geográficas y de las pertenencias institucionales. Pero no se trata de sustituir del todo los encuentros físicos, sino de facilitar los encuentros en general y de desarrollar una nueva forma  de asociación, basada en una nueva forma de moral social: la reciprocidad y la implicación, fomentando la libertad de expresión y cerrando el paso a cualquier tipo de censura: “las comunidades virtuales del ciberespacio ofrecen al debate colectivo un campo de prácticas más abierto, más participativo, más distribuido que el de los medios de comunicación clásicos” (102). El ideal de la cibercultura, en cuanto al lazo social es que deje de basarse en las pertenencias territoriales o en las relaciones institucionales o en las relaciones de poder y pase a constituirse por centros de interés común (juego, aprendizaje colaborativo, compartir conocimiento, procesos abiertos de colaboración).

Así como la interconexión es el tejido y las comunidades de práctica son el motor y la vida diversa del universal por contacto, la inteligencia colectiva es su ideal: logra poner en sinergia las competencias, los recursos, los proyectos, la constitución y el mantenimiento de las memorias comunes, la activación de modos de cooperación flexibles y transversales, la distribución coordenada de los centros de decisión. Pero, ¿cómo hacerlo? ¿Por coordinación o por subordinación? ¿El colectivo inteligente es dinámico, autónomo, emergente, fractal o más bien definido y controlado por una instancia que lo domina? El ideal de la inteligencia colectiva es hoy más un problema que una solución.

En fin, el programa de la cibercultura se basa en tres figuras del universal por contacto: la interconexión para la interactividad, las comunidades virtuales como medio de vivir en sociedad y la inteligencia colectiva como realización de la humanidad; pero son a la vez figuras vacías, sin  ninguna finalidad exterior, sin ningún contenido en particular, un proceso inacabado reproducible a todas las escalas y siempre diferente

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ARTE DIGITAL: ¿NUEVO TIPO DE LENGUAJE?

Por Juan Pablo Jaramillo S

Como es usual cuando se escudriña en nuevas temáticas del conocimiento, las preguntas que surgen son muchas y de distinto calibre, cuando se habla de opinar o dejar puntos de vista, pero una de las principales es: ¿Sobre qué voy a escribir? Por lo general uno busca sobre lo que más sabe o sobre lo que llamo la atención sobre manera. Para describir mis opiniones parto de una de las premisas del seminario de Procesos Cognitivos. Narrativa Digital y Cibercultura:

 

“Estos ejercicios nos enfrentan a preguntas inquietantes: ¿dónde está la «obra»? ¿En el modelo interactivo que ofrece el artista al espectador? ¿En las interacciones propiamente dichas que podrían llegar a alterar radicalmente la obra «original»? ¿En la idea inicial del autor, quien busca por sobre todo promover la interactividad? ¿Quién es finalmente el autor? Asumirlas implica aceptar que estamos ante el surgimiento de expresiones artísticas y estéticas vinculadas al sujeto interconectado de la cibercultura.” Jaime Alejandro Rodríguez Ruiz.

 

El arte digital como parte de un nuevo lenguaje de construcción narrativa, que permita al individuo relacionarse con la obra y leerla o interpretarla no necesariamente como el autor piensa que debe ser leída o interpretada; es más el autor ni siquiera pensó en la forma de interpretación al momento de crear la obra misma porque su intención fue esa de crear un lenguaje de interacción en donde permite al individuo desarrollar la obra y ser en algunos casos hasta la obra misma.  

 

Para entender un poco mas lo que significan este tipo de lenguajes en donde la narrativa se apoya claramente en la no linealidad, el texto de Hernando Barragán, Software ¿arte? Puede ser el inicio para comprender como el lenguaje digital nace a través del uso de códigos debidamente estructurados de manera que permitan al autor y al usuario lograr el uso adecuado y lógico de la interfaz.

 

Estos conceptos a pesar de estar descritos por estudiosos actuales, no quiere decir que el arte digital sea algo nuevo desde la época del dada con Duchamp, ya se pensaba en descontextualizar los códigos, en ubicarlos en partes en donde no se podía que pudieran significar algo diferente del para lo que fueron creados. Ya más adelante para la década del 60’ comienzan a verse los primeros indicios del uso más que de herramientas digitales de tecnología, a descontextualizar objetos, a generar libretos en obras que la gente escribiera ella misma, una de las pioneras en el arte digital Nam June Paik, realizo experimentos con aparatos eléctricos e hizo mezclas con diferentes objetos transformándolos y llevándolos a límites que tal vez sus propios inventores ni hubiesen creído que llegarían. Con esto Nam quería mostrarle al mundo que el arte necesariamente no es la obra por su belleza sino, la obra por el que la ve, por quien la disfruta e interactúa con ella

 

Nam June Paik 1963

 

Definitivamente el mundo ha cambiado, la forma de ver y percibir las cosas, es diferente, en la actualidad se puede hablar del “abuso” de la tecnología en nuestra vida diaria, ya no usamos el reloj despertador de cuerda, usamos el celular para que nos despierte, usamos una tarjeta para pagar el metro, el dinero no es tan necesario como papel, ya no vamos a la biblioteca todo está en la internet, en fin así muchas de las cosas que antes hacíamos a diario fueron remplazadas por elementos tecnológicos que tal vez nuestros hijos y los hijos de sus hijos sabrán jamás que se hacían de otra manera. El desarrollo debe seguir y nos tenemos que acostumbrar a estar con él y a mutar hasta con él.

 

“El mundo y la naturaleza no son entidades estáticas e impasibles. Las formas en que los pensamos y vivimos han sufrido serias mutaciones a lo largo de la historia, y todo indica que tal proceso continúa en marcha. Actualmente, impulsados por ciertos desarrollos de la teleinformática y las ciencias de la vida, nuestras cosmologías atraviesan fuertes turbulencias. AL mismo tiempo en que se extiende el horizonte digitalizante de los saberes y las técnicas más recientes, mientras las hibridaciones orgánico electrónicas están a la orden del día, parecen debilitarse las metáforas de inspiración mecánica destiladas por la tecnociencia de la era industrial….”  Reinvenciones cosmológicas: del mundo mecánico al universo digital. Paula Sibilia.

 

Retomemos el inicio del arte digital y vamos a los experimentos realizados por Robert Rauschenberg y Billy Kluver en 1966, en donde se exploran las narrativas no lineales, en donde los protagonistas de sus obras son quienes van a verlas, es más si no hay quien las vea la obra por sí misma no existe, necesita de quien la ejecute para poder existir, otra de las fracturas que ha sufrido la narración. 

 

 

Las obras de estos dos artistas permiten dar los primeros pasos de la evolución del arte digital, en donde muchos otros autores encontraron que las formas de narración pueden cambiar dependiendo de la manera que el autor quiera que sean interpretadas o por el contrario ni siquiera quiere que sean interpretadas, tal vez algunos autores de arte digital pretendan que los códigos no tengan un uso sino por el contrario que sean re codificados por quien interactúa con la obra.

 

“Como resulta evidente, entonces, las nuevas propuestas de reinvención de la vida bajo el horizonte digitalizante no afectan sólo al hombre, en su cuerpo y su subjetividad. El proyecto abarca toda la biosfera, ya que absolutamente todos los seres vivos de la Tierra están compuestos por la misma sustancia: el mismo tipo de información.”  Reinvenciones cosmológicas: del mundo mecánico al universo digital. Paula Sibilia.

 

Uno de los autores que realmente utilizo códigos de programación para la ejecución de su obras en donde ni siquiera el código mismo es siempre el mismo resultado, porque las posibilidades son aleatorias e infinitas es David Rokeby, en donde con sus obras generando narrativas a través del uso de sonidos, con sensores de movimiento (una cámara) permiten que el actor se integre son la obra y construya su propia obra.

 

 

Ya en la década de los 90’ aparecen trabajos como los de Camille Utterback y Rommy Achituv de Austria, donde el concepto de arte digital se ve en toda su esencia, en donde la obra trasciende y se despersonaliza, en donde la obra definitivamente es construida totalmente por quien la ve, o la interactúa mejor y su esencia de obra única desaparece o mejor la recrean cada vez que se reinterpreta. Nace cada vez que alguien aplica el código, son obras tan fáciles de entender que ni explicación, ni manual necesitan para decodificarse. 

 

 

“Los nuevos desarrollos en el arte generan un nuevo discurso y solicitan un nuevo lenguaje, términos como tecnoética, medios húmedos y biotelemática señalan la emergencia de nuevas prácticas en los nuevos medios. La infraestructura, tanto material como conceptual y espiritual, necesita respaldar estos llamados de emergencia a la agencia creativa, que constituyen formas arquitectónicas y organismos arquitectónicas hasta ahora desconocidos y sin precedentes.” La trayectoria del arte: medios húmedos y las tecnologías de la conciencia. Roy Ascott.

 

Por último para terminar cabe preguntarse si las obras de arte digital son un nuevo lenguaje que permita que quien las lea o participe de ellas, este creando nuevos lenguajes o simplemente reinterpretando los códigos. Falta mucha tela por cortar en las obras de arte digital de los últimos tiempos el lenguaje ya no es tan claro, ya las cosas que se hacen no parecen tener sentido, es más se participan de ellas y las preguntas vuelven ¿Acaso es una obra de arte?, ¿No es eso acaso simplemente una aplicación de software? Una de los últimos autores que nos ponen a pensar y reflexionar sobre este tema es Golan Levin con sus obras. 

 

 

Definitivamente algo si es claro como me di cuenta esta semana en el Festival de la Imagen, la idea no es criticar por criticar sino tener los suficientes argumentos para criticar, como se observó  en otra de las nuevas formas de narrativa que existen en la actualidad y que algunos no llaman arte digital, tal vez porque no lo es; los llamados puentes sonoros, en donde escuchar a un personaje castigar una guitarra y creer que tal vez ni siquiera sabe tocarla es una forma de salir gritando a los cuatro vientos Dios mío que es esto y simplemente después darse cuenta que la ignorancia es grande y que definitivamente debemos cambiar o camuflarnos en el entorno, sabremos si existe el arte digital.

 

“En esos ambientes, (ya que “ser algo” está determinado por “ser algo digital”), también su propio cuerpo, o mejor, su versión virtual, podrá modificarse. Usted podrá tener una versión virtual más atractiva de la que tiene actualmente o ser una langosta, un monstruo o cualquier otra criatura imaginaria.” Realidades alteradas. Rejane Cantoni.

 

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EL ARTISTA ANTE LOS MEDIOS DIGITALES

Diego Levis.

Enciclopedia Latinoamericana de Sociocultura y comunicación

Una de las primeras cosas que llaman la atención de un computador es la facilidad con la que permite crear imágenes (y sonidos) generando de este modo la ilusión de poner la creatividad al servicio de todos. Es suficiente conocer los primeros rudimentos de uso de los programas informáticos estándar, cada vez más sencillos de utilizar, para que cualquier usuario se sienta en condiciones de ser un artista, como si toda imagen, todo sonido, constituyan Per se una obra de valor artístico.

Ante la invasión de imágenes nacidas del azar, ante el avance de imágenes huecas, sin memoria ni porvenir, es necesario preguntarnos si no habremos “ perdido el sentido del valor de uso de la imagen” (Bruno, 1966:157). Quienes hacen del computador un espacio para la creación ha de (re)encontrar una solidez expresiva que se diluya en los laberintos de la mercantilización exasperada que rodea a los productos culturales. La banalización condena al arte, desposeído de su carácter de constructor de significados, a su desaparición.

El desafío del arte con computadoras es encontrar un anclaje social, una significación, tal como en su momento lo encontraron otras disciplinas artísticas. Para ello es necesario que surjan nuevos modos de decir. Estéticas y lenguajes innovadores que sean prisioneros de formas expresivas propias de artes precedentes, en donde la explotación de las posibilidades técnicas de las computadoras y de otras máquinas digitales no sea la principal razón de las obras. Que aparezcan artistas comprometidos con su hacer. “lo propio de los lenguajes artísticos no es tener códigos sino inventarlos. Esa es la función de los artistas” (Noé, 2000: 59).

Para que el nuevo lenguaje alcance todo su potencial es necesaria la aparición de creadores capaces de hacer del espacio simulado un espacio de revelaciones que nos ayude a comprender que estas técnicas, como cualquier forma artística, pueden servir para enriquecer la experiencia humana. El perfeccionamiento de la técnica y el dominio en su manejo resultan sin duda importantes, pero recordemos que, en última instancia, todo arte se fundamenta en la imaginación y en la relación que se establece entre la obra y la sensibilidad de su público.

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La tres edades de la mirada

 

LA IMAGINERÍA TIENE POR….

PRINCIPIO DE EFICACIA

(o relación con el ser)

EN LOGOSFERA

(Después de la escritura)

Presencia (trascendente)

La imagen es evidente

EN GRAFOSFERA

(después de la imprenta)

RÉGIMEN ARTE

Representación (ilusoria)

La imagen es vista

EN VIDEOSFERA

(después de lo audiovisual)

RÉGIMEN VISUAL

Simulación (numérica)

La imagen es visionada

MODALIDAD DE EXISTENCIA

VIVA

La imagen es un ser

FÍSICA

La imagen es una cosa

VIRTUAL

La imagen es una percepción

REFERNTE CRUCIAL

(PRINCIPIO

DE AUTORIDAD)

LO SOBRENATURAL

(DIOS)

LO REAL

(La naturaleza)

LO EJECUTANTE

(La máquina)

FUENTE DE

LUZ

ESPIRITUAL

(de dentro)

SOLAR

(de afuera)

ELÉCTRICA

(de dentro)

META Y ESPERA

DE………

PROTECCIÓN (y salvación)

La imagen capta

DELEITE (y prestigio)

La imagen cautiva

INFORMACIÓN (y juego)

La imagen es captada

CONTEXTO

HISTÓRICO

DE LA MAGIA A LO

RELIGIOSO

(tiempo cíclico)

DE LO RELIGIOSO A

LO HISTÓRICO

(tiempo lineal)

 

DE LO HISTÓRICO A LO

TÉCNICO

(tiempo puntual)

DEONTOLOGÍA

EXTERIOR

(Dirección teológico- política)

INTERNO

(Administración autónoma)

AMBIENTE

 

IDEAL Y NORMA DE TRABAJO

YO ENSALZO (una fuerza)

Según la escritura (cánon)

YO CREO (una obra)De acuerdo

con lo antiguo (modelo)

YO PRODUZCO (Un acontecimiento)

Según Mi mismo (modo)

 

HORIZONTE INTEMPORAL

(Y SOPORTE)

LA ETERNIDAD (repetición)

Duro (piedra o madera)

LA INMORTALIDAD

(tradición) blando (tela)

LA ACTUALIDAD (innovación)

Inmaterial(pantalla)

MODO DE

ACUMULACIÓN

PÚBLICA: el tesoro

PARTICULAR: La colección

PRIVADO_PÚBLICO

La reproducción

AURA

CARISMÁTICA

(ánima)

PATÉTICA

(animus)

LÚDICA

(animación)

TENDENCIA

PATOLÓGICA

PARANOIA

OBSESIVA

ESQUIZOFRENÍA

OBJETIVO DE LA

MIRADA

A TRAVÉS DE LA IMAGEN

La videncia transita

MÁS QUE LA IMAGEN

La visión contempla

SÓLO LA IMAGEN

El visionado controla

RELACIONES

MUTUAS

LA INTOLERANCIA

(religiosa)

LA RIVALIDAD

(personal)

LA COMPETENCIA

(económica)

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EL ESPÍRITU DE UNA ÉPOCA

“La narración creó a la humanidad”

Pierre Janet

Por: Olga Lucía Hurtado Gómez

La cibercultura es un lugar de incertidumbre en lo relativo a su utilidad social, pero no por ello se debe señalar a aquella incertidumbre como improductiva ni mucho menos inservible. Lo que tiene para ofrecer el hipertexto en tiempos de extensas redes informativas y creativas es, precisamente, una férrea dilatación espaciotemporal de la interacción social, tanto así que el concepto mismo de interacción se presta como anticuada comprensión mecanicista del mundo social. Hoy día se puede hablar, sin incurrir en errores garrafales –pues actualmente no existen tales errores, sólo casualidades productivas-, de un paralelismo polifónico que infunde todo tipo de acción comunicativa o creativa y que posibilita reiteradamente la presentación de una nueva comprensión global que provenga de una acción de grupo (el individuo cedió hace ya rato ante las exigencias de una acción colectiva, por lo menos en lo que concierne su comprensión fáctica del mundo globalizado). En ninguna otra parte está puesto más de manifiesto la falsedad metafísica de la división teoría/práctica que en la configuración escrita y visual del hipertexto puesto que toda tarea emprendedora en el espacio virtual compromete la suma de las fuerzas de un sujeto, haciéndole creador al tiempo que agente catalítico en una red de actos enunciativos, es decir, tornándole en una potencia transformadora en el seno de las conectividades de su mapa con multiplicidad de mapas. En seguida puede anticiparse que la acción hipertextual com-promete nuevos espacios de comunicación/creación siendo que, como sucederá en la mayoría de los casos, el peso de su importancia recae en no cumplir con lo prometido y más bien seguir prometiendo, produciendo nuevos horizontes de acontecimientos virtuales que tiendan siempre hacia un tejido conectivo infinitamente abierto. Es por ello que el principal propósito de los enlaces hipertextuales (siempre en plural) descansa no en la creación de utopías o simulacros de la realidad fácilmente confundibles con productos de un estado de ánimo enajenado, sino en la insoslayable e incontenible creación y actualización de opciones éticas a la vez que estéticas dispuestas a la audaz toma de provecho de la incertidumbre característica del lugar cibercultural, para volverle productivo para un medio sin fin; en últimas, un concertado medio sin fin ya que los fines particulares de un sujeto o grupo son de tan ínfimo alcance que no pueden pretender ir más allá de su parcialidad, su contingente localidad pues la rendición del espacio virtual en aquella situación debe su condición de posibilidad a la fugaz apropiación táctica de grandes estrategias mediáticas o representacionales objetivas (científicas) para renovar el uso público de la cibercultura como lugar ostensible de expresión, campo, entonces bien, de un enfrentamiento que una vez sea unido pueda desbordar –cada vez única- la multilateralidad del control mediático. Será por ello que la obra de arte actualizada y desmaterializada a/en lo virtual ostentará ahora y siempre un potencial transformador, no sólo en cuanto a la manera como pueda influir en la percepción individual, sino en la forma en que facilite una conectividad intertextual.

El autor de un texto reside, verdaderamente, en los límites del mismo. Los límites de un (hiper)texto, la presencia de un autor, nunca estarán definidos de forma nítida por su misma actividad puesto que en el espacio virtual –espacio de acaecimientos y posibilidades- está en juego todo tipo de perfil antropométrico y bien haría en decir que hasta el antropocentrismo también se encuentra rotundamente amenazado. En el espacio virtual la libertad está dada de una sola vez, pero ha menester considerarla no ya como la Libertad en tanto meta y propósito definitivo –pues estaríamos condenados desde un principio, como dice Deleuze y Guattari con relación a la desterritorialización absoluta, sino más bien como una promesa de libertad desactualizada desde un principio puesto que siempre necesita ser redefinida según una intransigente negociación del sentido con el otro, o bien, con la humorosa fatalidad del destino que exige de nosotros simple entrega y abierta sinceridad. El Hombre da pasos en falso y tambalea cuando se le pide hacer de su historia personal -la historia de la humanidad- un compromiso con los significativos retos que postra ante nosotros la incesante producción de sentido y diferencia que signa el avenimiento del (re-conocimiento) presente; la historia de la humanidad no tiene más sentido que la lucha por el sentido.

Una obra de arte cuando se ha dejado inconclusa, abierta, en el sentido que se ofrece para ser intervenida y eriquecida por otras miradas, nos deja ver claramente que el autor pasó a ser el creador de una idea y coautor entre muchos otros que interactúan con ella sin pretender nunca llegar a su fin. Nace entonces una inquietud frente al Aura de la obra, entendida como “la prescencia única de la obra de arte, de un objeto histórico o natural” (W Benjamin), donde el concepto de distancia juega un papel vital, y yo añadiría, tiempo para la reflexión. Lev Manovich en su ensayo, Distancia y Aura, hace un paralelo entre el pensamiento de Benjamin y Paul Virilio referente a la intervención de la tecnología en la naturaleza humana. Para Walter Benjamín, el hombre continuamente esta en una búsqueda insaciable de sentido, el progreso invierte todo lo que somos en una promesa vacía en busca de un bienestar

Los artistas durante todo el siglo XX cambiaron constantemente de soporte y de expresión en busca de encontrarle un sentido al arte, las vanguardias dan muestra de ello, la una negaba a la otra legitimándose, la obra de arte avanza entonces en el tiempo encontrando un nuevo medio para su expresión, la tecnología, que le abre un gran espectro de posibilidades de acción. Pero todo lo que se nos va presentando no es sino el espíritu de una época, Zeitgeist, reflejo constante del rumbo que toma la

Dar una mirada a la relación del ejercicio artístico con su época nos da claridad del reflejo del desarrollo de la humanidad en su momento, y a la vez cómo los avances de la ciencia y de la tecnología lo nutren, Regis Debray, en vida y muerte de la imagen página 178, resume en un cuadro las tres edades de la mirada: “A la logosfera correspondería la era de los ídolos en sentido amplio (del griego eidolon, imagen). Se extiende desde la invención de la escritura hasta la imprenta. A la grafosfera, la era del arte. Su época se extiende desde la imprenta hasta la televisión en color (más pertinente, como veremos, que la fotografía y el cine). A la videosfera, la era de lo visual (según el término propuesto por Sege Daney), ya estamos”. La primera edición del texto de Debray fue en 1994, por lo tanto estamos en otra época correspondiente a lo virtual.

Nace entonces una nueva estética, hay que comprender su complejidad, para lo cual, citando a Michael Serres, es necesario hacer una nueva filosofía para lograr entender y aportar al nuevo mundo en el que vivimos, donde “el hombre tiene ya la talla del mundo”, donde todos nos encontramos en un lugar común.

La palabra Virtual, en sentido filosófico, “es lo que no existe más que en potencia y no en acto” (Pierre Léví, cibercultura, pg. 33) “lo virtual no se opone a lo real sino a lo actual: virtualidad y actualidad son solamente dos modos diferentes de la realidad”.

La obra de arte puesta a actuar en el ciberespacio (lugar de confluencia, lugar de encuentro, lugar sin territorio), el autor es quien pone a participar activamente a los intérpretes de su idea, buscando una acción colectiva, que por supuesto enriquece su contenido, se abre a otros saberes y formas de interpretación, crea interacción, pero ya en éste momento pierde su valor autónomo, ya no hay autor, ya es imposible firmarla como propia, siguiendo a Leví, hay una “creación colectiva, obra_ acontecimiento, obra_ proceso, interconexión y mezcla de los límites, obra que emerge _ como una afrodita virtual_ de un océano de signos digitales”. Es Rizomática en el sentido que al abrirse, abre igualmente las posibilidades de tomar nuevos rumbos, formar nuevos agenciamientos, de hacer otros mapas más no calcos, “………..un rasgo intensivo se pone a actuar por su cuenta, una percepción alucinatoria, una sinestesia, una mutación perversa, un juego de imágenes se liberan, y la hegemonía del significante queda en entredicho. Semióticas gestuales, mímicas, lúdicas, etc., recuperan su libertad en el niño y se liberan del calco…..” (Rizoma. Deleuze, Guattari).

En arte al igual que en otras disciplinas los conceptos de re-presentación, simulación, ficción y virtualidad, están presente necesariamente, el mundo así lo exige, la obra de arte que depende del gesto, de la materia, del autor, e incluso del concepto de estilo, como algo propio, van quedando atrás, entra en el ámbito de las ficciones, ya no del simulacro sino de la simulación, donde encuentra amplias posibilidades creativas, de interacción polisémica, ofrece la oportunidad de ser recorrida e intervenida continuamente, crea un espacio para ser vivido al tiempo que va siendo creado. Donde ya no hay una sola huella, hay muchos rastros de otros, lo que queda del uno y del otro, pero, “Hay supervivencia en el momento que hay huella” citando a Derridá.

En este sentido, la obra aunque cambie de soporte, aunque anule su materialidad, debe adquirir un compromiso, debe aportar, debe dejar huella en sus actores y en la sociedad, de lo contrario no podría sobrevivir, sería sólo algo más que habita ese nuevo espacio sin lugar y sin tiempo, algo vacío y muerto, como diría Gastón Bachelar en su Poética del espacio, “Hay que llevar el ensueño a fondo para conmoverse ante el gran museo de las cosas insignificantes”

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS:

– Bachelar, Gastón. La Poética del Espacio. Breviarios. Fondo de Cultura Económica,

1965. México

– Debray, Régis. Vida y Muerte de la Imagen. EdicionesPaidós Ibérica, S.A.Barcelona.

1994 Barcelona.

– Deleuze, Guilles, Guattari Félix. Rizoma. Introducción. Pre-textos,2000. España.

– Lévy, Pierre. Cibercultura. Anthropos, 2007. España

– Levis, Diego. Arte y Computadoras. Grupo Editorial Norma, 2001. Colombia

– Quéau, Philippe. Lo Virtual.Paídos Ibérica, S. A,1993. Barcelona.

– Serres, Michel. Atlas. Ediciones Cátedra, S.A, 1995.

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SER EDUCADOR EN LA EPOCA DE LA CIBERCULTURA

Por Miguel Angel Otávaro Benjumea

Para nadie es un secreto que los viejos sistemas educativos se encuentran en la obsolescencia y una muestra de ello son las continuas peripecias a las que nos vemos abocados todos los días cuando tratamos con nuestros estudiantes. Ya lo había dicho Jesús Martín Barbero hace unos pocos años en la biblioteca Pública Piloto de Medellín : “en Colombia tenemos un sistema de educación que es un dinosaurio, pero va a demorar unos treinta años en morirse». Y no es sólo el problema de la transmisión del conocimiento en el que se encontraría de forma muy profunda una relación de comunicación que ya no funciona; hay también factores comportamentales y culturales que nos impiden una relación más productiva y efectiva con nuestros estudiantes. Sobre todo en términos de “educar” que es un factor determinante en la edad escolar, más que la transmisión del conocimiento. Tendría que hablar entonces desde mi propia experiencia y los intentos; fallidos unos, exitosos a medias, otros. Tener a la gran mayoría de estudiantes en un grupo con la atención vigilante o en disposición de participar de las actividades de cada día es una tarea enorme. Es un hecho que las actividades que requieren descubrir el conocimiento por parte del estudiante, despiertan un poco más su interés. Ya no quieren sentarse a escuchar lo que tenemos que decir, quieren ser partícipes más activos, no sólo de lo qué quieren saber, sino cómo y cuándo. Como en este ejercicio de fotografía estenopeica (“cámara de cajón»), que se desarrolló con grados 11º y dentro del currículo del área de artística y publicidad de una institución de educación pública en el año 2006. Obviamente facilitaba el trabajo varios factores asociados como son:

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PENSANDO EN DIGITAL

Por Ana María Arrieta León*

Este escrito presenta cuatro microensayos, resultado de la Reflexión en torno a la época contemporánea y su cultura. En él se problematiza la relación entre la cultura local y la cibercultura, se pregunta por sus puentes, y  formas para acortar  brechas. Se propone que los legados culturales deben estar abiertos a las múltiples influencias del medio y que las  tecnologías digitales son herramientas fundamentales para su pervivencia.

ACERCA DE LA CIBERCULTURA

Vida en silicio, creación numérica, poética tecnológica son conceptos y creaciones  a  través de los cuales se manifiesta la cibercultura. En palabras de Pierre Lévy la cibercultura designa “el conjunto de las técnicas (materiales e intelectuales), de las prácticas, de las  actitudes de los modos de pensamiento y de los valores que se desarrollan conjuntamente en el crecimiento del ciberespacio[1]”.

La  cibercultura viene consolidándose hace algo más de dos  décadas. Ante la presencia de la  tecnología, los  cambios en el sistema  social han sido fundamentales: La tecnología  al permear fuertemente el sistema de producción, la comunicación, la  cultura; gesta otros valores,  creencias y prácticas. Pensar la  cibercultura cómo la  nueva cultura no debería ser  una  razón para  el  análisis; la historia de la  humanidad no es lineal, por lo tanto la  reflexión no ha  de  orientarse a  entender las  características  de la época  actual cómo algo nuevo, generador de híbridos  incomprensibles, temas exclusivos de filósofos  y tecnólogos, de pensadores. La cibercultura, debe pensarse en las otras dinámicas emergentes del cruce de las tecnologías digitales y el sistema social. En las dinámicas  que  se  manifiestan cotidianamente en los entornos inmediatos de los  individuos.

Es tarea de los profesionales de la era digital develar esas otras formas para posibilitar el entendimiento de las peculiaridades y descubrimiento de las posibilidades del momento histórico que se habita. Se hace necesario, entonces, la  comprensión de la la  lógica  de  lo digital, pues las  lógicas  de las sociedades de la escritura y la  oralidad no  son  suficientes por  si mismas para lograr la  articulación a  la  cibercultura y la  explicación de otros significados y sentidos.

De nuevo Pierre Lévy, nos  aclara que a lo largo de la  historia de la humanidad han  existido técnicas a partir de las cuales  se  han  desarrollado lenguajes, “el mismo despegue de la cultura humana fue el resultado del desarrollo de las técnicas  de la  información y comunicación orales que constituyeron los primeros  lenguajes. Posteriormente la  emergencia de la escritura con sus  técnicas de información y  comunicación, dio paso a las culturas escriturales junto con sus  revolucionarias creaciones  de formas de vida urbanas, organizaciones  estatales y tradiciones científicas[2]”. Es decir las TIC´s (los lenguajes de la sociedad digital) no son otra  cosa que la  evolución digital de técnicas ancestrales, “en la  actualidad, es mucho  más  obvio que las  nuevas  modalidades de la cultura  digital derivan de procesos de  transformación revolucionarios que se  han  desencadenado a partir  del  desarrollo de las nuevas TIC´s digitales y es  históricamente previsible que conduzcan a  transformaciones y consecuencias  de  tanto  mayor  alcance y trascendencia que la revolución cultural operada por la escritura[3]”. Un gran logro de  la  civilización[4], comparable al descubrimiento del fuego, la rueda, la invención de la imprenta, la exploración del espacio, ha  sido la digitalización de la  información; el  hecho  que la información se  convierta  en código binario posibilita su fluidez a  través de  medios que  tienen la cualidad de  generar otros espacios de comunicación, estrategias  y dispositivos en los  que  se  puede adquirir información de múltiples  maneras.

TENDIENDO PUENTES

Entender los impactos de las  transformaciones de las  culturas en relación con la  tecnología, es fundamental para detectar, en estas  transformaciones las  amenazas y peligros para la pervivencia de las culturas tradicionales, el hecho que  las  manifestaciones de una  cultura no digital no tengan un espacio para la difusión y encuentro en el ciberespacio no quiere decir que esa cultura sea atrasada, simplemente no ha  desarrollado el  lenguaje adecuado para difundir su legado en el ciberespacio; “las culturas no son guetos sino formas sociales abiertas que reciben y dan influencia a otras culturas”[5]. Es en este punto donde  se  debe entender la importancia de pensar y diseñar formas de conexión entre lo local y el ciberespacio pues internet se consolida como una plataforma  comunicativa para la multiculturalidad al posibilitar la  interconexión de personas de diferentes  lugares del mundo. La universalidad de la www  se manifiesta en la cantidad y en los diferentes sitios que la integran y a través de los que se encuentran individuos de diferentes naciones, razas, lenguas, creencias, religiones, actitudes, posiciones políticas. La naturaleza universal de internet proporciona en definitiva, un entorno posible para el  encuentro de la diversidad cultural[6] en cuyo  diálogo se descubren las diferencias y peculiaridades.

Las culturas no digitales, las tradicionales, han de enfrentar y encontrar soluciones a dos problemas que se prevén al momento de pensar alternativas orientadas a la conexión de lo local a lo global:

·         El problema  surgido de lo meramente  técnico, referido al desconocimiento de las tecnologías y los choques  que  generan la implementación de dichas tecnologías y que  en términos  de  cultura expresa riesgos y peligros “cuando se hace insostenible la continuidad de  determinados sistemas sociales, técnicos y culturales en su forma  tradicional o incluso en su misma pervivencia, debido a las transformaciones  radicales y las  desestabilizaciones generadas por los impactos de nuevos sistemas tecnológicos[7]”.

·         El problema surgido del choque  generacional que se  genera en  el no entendimiento y aparente incompatibilidad entre los imaginarios tradicionales y los contemporáneos. Las generaciones  nacidas en los 80, 90 y 2000 no conciben  el  mundo  sin  internet, telefonía celular, juegos de  video, música  tecno… Imaginarios y significados nuevos y diferentes a los  de las generaciones  anteriores hacen parte de los  referentes culturales de los niños, adolescentes y jóvenes de la contemporaneidad.

Sin embargo, ante este panorama las culturas no digitales de la contemporaneidad tienen a  su favor los desarrollos de la  tecnología, más  aún el ciberespacio y las tecnologías digitales que lo alimentan y renuevan constantemente “La diversidad cultural en el ciberespacio será directamente proporcional al compromiso activo y a la calidad de las  contribuciones de los representantes de culturas variadas. Es verdad que se requieren algunas infraestructuras materiales (redes de telecomunicación, ordenadores) y un mínimo de competencias[8]”. La  articulación de lo local al espacio de relacionamiento y  comunicación posibilitado  en  internet ha  de garantizar la pervivencia de los  legados ancestrales, pues ninguna  sociedad puede  perder  sus vínculos con el pasado; es el pasado su fuente de alimento, su conexión con lo espiritual.

La pervivencia de la cultura debe ser entendida en la dinámica del mundo, en la que el proceso de  transmisión de información debe incorporar procesos orientados a generar acciones  de  re – significación, que posibiliten su entendimiento y aprehensión; la pervivencia  que  encuentra eco   en la hibridación que posibilita el espacio digital y sus imaginarios, sentidos y herramientas. “El proceso de mundialización, facilitado por la rápida evolución de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, pese a constituir un reto para la diversidad cultural, crea las condiciones de un diálogo renovado entre las culturas y las civilizaciones”.

EL PODER DE LA IMÁGEN

El  desarrollo digital de la  comunicación, el  ciberespacio cómo plataforma y el surgimiento de las tecnologías digitales permite la  creación de  entornos on line  y of line por los  que fluye la información. La imágen, encuentra en su composición numérica la cualidad para construir puentes entre las ideas de la realidad virtual y la realidad física.

Las posibilidades creativas en el espacio digital on line y off line son ilimitadas para  artistas, diseñadores y creadores. La  naturaleza numérica  de  los  entornos  en los  que  fluye  la información permite el planteamiento de encuentros y prácticas comunicativas innovadoras que  permean los imaginarios y significados de las nuevas  generaciones, quienes rápidamente entran  en  contacto con los  referentes sintéticos[9] de la cultura  digital existentes en los nuevos entornos: mundos y comunidades virtuales[10], en los que avatares reconfigurables, hacen de receptores y emisores, en las  nuevas dinámicas comunicativas propuestas. Las  lógicas  aportadas en la  vivencia de mundos y comunidades virtuales aportan en el  entendimiento de esos otros lugares y esas otras dinámicas comunicativas.

Las nuevas  generaciones se forman en conceptos que  redefinen la  muerte, la vida, el espacio y el tiempo; estos entendimientos ya  ni  siquiera  están mediados por  el  colegio ni por la  familia, ahora la  televisión, el cine, el  internet  y los  juegos de video remplazan fácilmente las  funciones  formativas de las  instituciones  tradicionales; para un  niño y un adolescente es totalmente  natural jugar hasta morir y luego volver  a  empezar ó disponer  de  varias vidas y vivir una  aventura en la  que  puede perder  unas  cuantas.

LA CUESTION PROBLEMATIZADORA

En medio de  toda esta  reflexión una cuestión es  reiterativa y es la  que tiene que  ver con los aspectos concretos en la construcción de puentes entre lo local y la  cibercultura, por ello,  planteamos aquí, que los desarrollos digitales posibilitan la universalidad de la  cultura a través de la interconexión de nodos existentes en cualquier punto del planeta, que estructuran un entorno comunicativo digital; el ciberespacio. En este «otro entorno» el desarrollo, adaptación y uso de software permiten acceder, apropiarse y transmitir información de formas diversas. La información, también digital se de – construye y re – cosntruye mediada por una  cantidad de  tecnologías presentes en el  entorno; La información se somete constantemente a procesos de re – significación que la  transforman de acuerdo a las necesidades sociales.

En este  texto, se  hace un  recorrido, para explorar las diversas manifestaciones de la cultura digital, para analizar las dinámicas que  suceden cuando se digitaliza la información se posibilitan herramientas digitales para su re – significación, con la intención de establecer conexiones que posibiliten la pervivencia de los referentes culturales de los diversos grupos  humanos dentro de la cibercultura.

CONCLUSION

El legado cultural no debe ser asumido cómo información muerta, inmutable, por el contrario, los legados culturales deben estar presentes en los procesos comunicativos mediados por las TIC´s y los imaginarios e identidades que se vienen generando. Los legados culturales deben estar abiertos a las múltiples influencias del medio, al contacto con otras culturas y grupos humanos. Lo importante es generar estrategias comunicativas que posibiliten la interpretación y re-elaboración de los significados de los elementos de la cultura local, a la luz de las nuevas dinámicas aportadas por internet y las nuevas tecnologías.

 Bibliografía

La Cibercultura. La cultura de la  sociedad digital. Lévy Pierre. Editorial Antrophos. Universidad Autónoma Metropolitana , México 2007.

 

LONDOÑO Felipe Cesar, Diseño de Navegaciones Hipermediales, Curso on Line de especialidad en video y tecnologías on Line – off Line, Media Center MECAD Escuela superior de Disseny ESDI, (2008).

DECLARACION UNIVERSAL DE LA UNESCO SOBRE DIVERSIDAD CULTURAL. París. 2001.

BOTERO URIBE DARIO. Reflexiones sobre el pensar Latinoamericano. El poder de la filosofía y la filosofía del poder. Tomo II: La potencialidad de la crítica. Editorial Unibiblos. Universidad Nacional de Colombia. 2001.

 


[1] Que recoge  el  informe presentado por  el  filosofo al Consejo Europeo, en  el  que  analizan las  implicaciones de las TIC´s sobre la  cultura.

[2] idem

[3] idem

[4] Entendido cómo los descubrimientos  hechos por  el  hombre que  han posibilitado la evolución del pensamiento hacia la exploración de formas de existencia antes  impensadas.

[5]  BOTERO URIBE DARIO. Reflexiones sobre el pensar Latinoamericano. El poder de la filosofía y la filosofía del poder. Tomo II: La potencialidad de la crítica. Editorial Unibiblos. Universidad Nacional de Colombia. 2001.

[6] Entendida cómo el encuentro de diversos grupos  humanos y sus  manifestaciones  particulagres  cómo grupo.

[7]  La Cibercultura. La cultura de la  sociedad digital. Lévy Pierre. Editorial Antrophos. Universidad Autónoma Metropolitana , México 2007.

[8] idem

[9] Referentes que se compartidos “masivamente”, que  dotan de  sentido las creencias  y valores que identifican a los habitantes de la cibercultura. Son sintéticos por su naturaleza artificial, han sido construidos y dotados de  significado a  través de la  difusión y posicionamiento, posibilitado por los medios masivos de comunicación y por las  tecnologías digitales;  por ejemplo el grupo musical GORILLAZ es una creación de naturaleza digital.

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Medios locativos y no-lugares Oportunidad abierta para la creación de acontecimiento

Por Javier Aguirre

El concepto de movilidad ha estado ligado al hombre a través de la historia, los pueblos nómadas se han desplazado de un lugar a otro en busca de alimento como forma de subsistencia; el nomadismo sigue vigente y es tan valido y como el sedentarismo que muchos practicamos. Gracias al nomadismo la tierra fue poblada y el hombre se adapto a las diferentes circunstancias de la naturaleza.

La movilidad también se asocia a la necesidad humana de establecer lugares, a construir memoria y significado. Según Pierre Levy “El nomadismo de este tiempo tiene que ver ante todo con la transformación continua y rápida de los paisajes científico, técnico, profesional y mentales. Incluso si no nos moviésemos, el mundo cambiaría alrededor de nosotros”. (Lévy, Pierre, (2004). Inteligencia Colectiva. Washington, Organización Panamericana de la Salud) El nomadismo que plantea Levy se relaciona con la necesidad de movilizarnos por nuevos mundos, donde construiremos lugares reales y virtuales.

Lugar “Lucus – en el latín” significado y memoria; se asocia a la intensa relación que crea el hombre generando un sentido de propiedad y pertenencia con lugares específicos.

Lugar es una dimensión fundamental de la existencia humana. Es una forma de apropiación del mundo, un «a priori» para Kant; una necesidad ontológica para Heidegger, tenemos que «construir una morada» para habitar el mundo. Esta construcción es una producción de lugar. Los hombres necesitan transformar el entorno exterior a través de la técnica, el lenguaje y las instituciones para llenarlo de significado de forma que pueda ser habitado.
Definición tomada del texto: Lemos, André (2006) Medios Locativos y Territorios Informativos-Comunicación móvil y nuevo sentido de los lugares. Bahía, (paper).

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Introducción: geneaología personal de una inmersión en la cibercultura

Sueños digitales de un escritor

En la presentaciòn: «Sueños digitales de un escritor» (que deberìa tener el subtìtulo: «Entre la extrañeza y la ingenuidad»), se desarrolla, a modo de ejemplo de las posibilidades y retos que se abren a la creatividad y reflexiòn literarias, una exposiciòn de la trayectoria personal por el camino creativo y por el camino acadèmico, alrededor de la narrativa digital interactiva

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Antecedentes: la narrativa digital

Tradición de la ruptura

Podemos hablar de antecedentes de la narrativa digital desde varias perspectivas y desde varios lugares. Interesa aquí sobre todo la relación con el posestructuralismo, la literatura experimental modernista y los ejercicios posmodernos. De hecho, los teóricos tempranos del hipertexto fueron los primeros en percatarse de una cierta continuidad de la búsqueda. Así, Bolter (2006), en su artículo Ficción interactiva, le da mucha importancia al esfuerzo de los narradores por «romper la línea continua de la narración: «Los novelistas del siglo XIX… encontraron muchas vías para complicar la simple narrativa lineal: p. ej. narradores múltiples o relatos dentro de relatos. En el siglo XX, los escritores modernistas continuaron y ampliaron estas técnicas. El caso de las técnicas de digresión o de inversión eran percibidas como algo inusual… Nuestra cultura de la era del texto escrito ha considerado siempre la narración cronológica de acontecimientos como la vía natural para contar una historia. El hipertexto reelabora y reevalúa técnicas de desplazamiento tales como el flashback, que ya había sido desarrollado por la ficción impresa» (256)

Es curioso que haya sido desde la literatura (expresión sublime de la escritura) desde donde se hayan dado desde el comienzo las inconformidades en relación con el estrecho cerco de la letra y de su soporte, el libro. El libro fue visto por muchos poetas y narradores como un formato que impedía una representación adecuada del mundo. Se configura entonces una búsqueda, una auténtica utopía del “más allá del libro”.

¿Un dispositivo para la expresión posmoderna?

Al respecto, la hipótesis que manejo es la siguiente: la escritura y su infraestructura técnica, la imprenta, configuraron el dispositivo propio de la comunicación moderna, y la novela se constituyó en su modelo expresivo más logrado. Sin embargo, el ejercicio novelesco estuvo siempre tensionado por una especie de conciencia a medias de que lo narrativo no podía lograr su mejor expresión inmersiva e interactiva bajo las condiciones de un medio que como el libro limita dichas funciones a la imaginación de mundos posibles por parte del lector. De ahí se desprendió todo una tradición de experimentación que algunos hacemos corresponder a un momento posmoderno de la literatura, y que tuvo como frontera el propio dispositivo donde se desarrollaba dicha experimentación: el libro.

Si bien, las innovaciones derivadas de esta tradición han contribuido mucho a la diversificación del género, no se lograron los objetivos entrevistos (el más allá del libro). Eso explica esta afirmación de George P Landow, teórico del hipertexto: “La mayoría de los posestructuralistas —dice Landow y yo agrego: de los posmodernos— escriben al crepúsculo de un anhelado día por venir; la mayoría de los escritores de hipertexto (y yo agrego: de los escritores en tiempos de cibercultura) escriben sobre muchas de las mismas cosas, pero al alba”. Pues bien, yo me sumo a esta posición y considero que con la emergencia de la posibilidad enunciativa hipertextual e hipermedial y con la consolidación del ciberespacio como infraestructura de dicha enunciación, hemos superado la noche posmoderna y tenemos buenas razones para mirar adelante con entusiasmo.

De hecho, JD Bolter ofrece un interesante panorama de anticipaciones de lo que hoy podríamos llamar literatura digital, con base en ejercicios literarios modernos y posmodernos, entre los que el teórico norteamericano menciona e ilustra: la retórica de lo multilineal (James Joyce), la tradición de lo experimental (surrealismo, posmodernos), la novela como conversación (Sterne), el recurso al palimpsesto (James Joyce), las figuras del agotamiento de la literatura impresa (Borges), la narrativa fragmentada (Marc Saporta) y la escritura múltiple (Borges, Cortázar) Pero aquí me interesa más que detallar los casos concretos de estas anticipaciones, resaltar las afirmaciones con las que Bolter constata que dichas anticipaciones encarnan plenamente en una literatura de la cibercultura (de la que la ficción hipertextual sería su expresión pionera).

Estos son ejemplos del talante de sus afirmaciones:

1) el hipertexto reelabora, reevalúa y potencia estas técnicas que ya había desarrollado la ficción impresa.

2) tanto los escritores modernos como los posmodernos tenían la intención de rehacer la ficción escrita desde adentro.

3) los autores de hipertexto han remediado esa tradición desde la perspectiva proporcionada por una nueva técnica de la escritura.

4) es necesario revisar toda esa tradición de experimentación a la luz de la nueva tecnología.

5) el medio electrónico proporciona un nuevo conjunto de técnicas para transmitir la tensión (explorada y prevista por la ficción impresa) entre la corriente lineal de la narración y la serie de pensamientos asociativos provocados por ésta.

6) las obras de autores que van desde Laurence Sterne hasta Borges no sólo son exploraciones de los límites de la página escrita, sino también posibles modelos para la escritura electrónica.

7) la escritura electrónica no finge al autor múltiple o al lector participativo: los exige.

8) las exploraciones modernas y posmodernas pertenecen al espacio de la ficción impresa, constituyen imágenes de algo irrealizable en ese medio, pero deseado como posibilidad.

9) podemos considerar muchas de estas obras como ficciones interactivas que operan bajo las limitaciones impuestas por la imprenta.

10) la ficción hipertextual pidió prestado y remedió el sentido de rebeldía y logra sin esfuerzo aquello que los escritores experimentales del texto impreso sólo conseguían con grandes dificultades.

11) en todos estos ejemplos, la ficción impresa se ve forzada a trabajar contra su medio: surge un conflicto entre el volumen como marco y el texto enmarcado, conflicto que el computador no tiene, pues ofrece un marco que se afloja siempre que el texto lo empuja.

12) como efecto, los lectores de hipertexto ya no sólo pueden escribir en él (no sólo sobre el texto), sino que incluso pueden alterar o completar episodios; todo lo cual se traduce en una cesión de responsabilidad que hace el autor. Esta cesión es tanto un desafío como una afirmación de que esta forma electrónica de lectura-escritura es más auténtica que la participación que una novela tradicional permite a sus lectores.

Todas estas afirmaciones se dirigen a demostrar que sólo bajo un nuevo dispositivo técnico (ciberespacio), enunciativo (hipertexto) y cultural (cibercultura) se pueden realizar muchas de las anticipaciones, deseos y figuras de la tradición “rebelde” (posmoderna) de la escritura.

El dispositivo comunicativo propio de una cultura dinamizada por el ambiente de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (cibercultura) es el ciberespacio. Mi incursión tanto académica como creativa en el fenómeno de la cibercultura y mi creciente comprensión de su “programa”, me han llevado a comprobar que estamos obligados a enfrentar definitivamente un corte, un punto de no retorno. En efecto, mientras cómodamente atrincherados esperábamos desde el campo literario un desenlace a las tensiones surgidas por la irrupción de las nuevas tecnologías, en prácticamente todos los campos de la cultura han empezado a surgir otras pragmáticas, otras estéticas, otros géneros. Comienzan a aparecer y a extenderse, desde ambientes inéditos no necesariamente ligados a la tradición (literaria, obras altamente interactivas que promueven la implicación de aquellos que las usan y donde el interactuante (figura que en el ciberespacio reemplaza a la del lector) participa incluso en la estructuración del mensaje que recibe.

Se trata de eso que Lévy (2007) llama obras-flujo, obras-proceso, obras metamórficas, obras acontecimiento. Es decir, obras que ya no responden a los imperativos tradicionales de la escritura y del libro, obras que ya no necesitan legitimarse por una significación valida, obras que pierden la necesidad de autor (en el sentido de garante de un sentido estable), y que se desarrollan en entornos en esencia inacabados; obras que promueven no sólo los sentidos variables que sus exploradores descubren, sino que les ceden las tareas de construcción del orden de la lectura y de las formas sensibles.

Narrativa posmoderna y cibercultura

De otro lado, podemos comparar, siguiendo a Lozano Mijares (2007), esa expresión de una estética de la posmodernidad en la literatura llamada novela posmoderna, para ver qué tanto le debe la narración digital y cuáles son sus limitaciones. En efecto, la novela posmoderna se caracteriza por: los siguientes rasgos “Desjerarquización, difuminación de fronteras entre alta y baja cultura, hibridación genérica, exaltación del presente, nueva mímesis, parodia intertextual, nostalgia imposible, plurisignificación, apertura, hedonismo… (196).

Lozano, además, establece siete características de la narrativa posmoderna así:

1. Desarrollo de una nueva mímesis realista, producto de la consideración de el mundo como problema ontológico (y no solamente epistemológico)

2. Reconfiguración y nuevo tratamiento del autor, el narrador, los personajes y el lector, como consecuencia de la consolidación del sujeto débil de la representación

3. Preferencia por espacios heterotópicos y confusión temporal

4. Recurso, a nivel macroestructural, de la metaficción, la recursividad, el pastiche, la parodia y la apropiación

5. A nivel microestructural, puesta en escena de un anti discurso posmoderno: recurso a la metáfora literal, la alegoría, la polifonía y la espacialización

6. Hedonismo y fin de la utopía como mapa temático

7. Atención a la cultura de masas y a la democratización estética como resultado de su propósito de unir la novela con la vida


El problema ontológico que se plantea la posmodernidad nace de lo que podríamos llamar «crisis de la representación», que tiene a su vez dos aristas: de un lado, la imposibilidad de distinguir lo real de lo ficticio (la realidad de su imagen, de su representación) porque todo es ficticio en el sentido de que la realidad requiere siempre una mediación discursiva (la posmodernidad es entonces la conciencia de que el principio mismo de realidad se ha desestabiizado, se ha convertido en una red de juegos del lenguaje, se ha hecho imposible ponerlo en práctica sin una sospecha de por medio), y así es como se impone una especie de «realidad virtual», que iguala imagen construida y realidad fáctica (sentido antidicursivo). De otro lado, sistemas con potencial de representación distintos a la escritura (hasta hace poco el principal sistema de representación), empiezan a reclamar su parte del pastel de la realidad.

La novela posmoderna resuelve el asunto con una nueva mímesis: encargándose, de un lado, de representar modelos ontológicos plurales, mundos posibles (donde es legítimo igualar ficción y realidad), probables o imposibles, y de otro se limita a reflejar miméticamente la ontología plural de lo cotidiano (de la actualidad, dirá Vattimo), dominada en buena parte por los medios de comunicación. Como todo depende de quién y cómo interprete la realidad, el relativismo es completo y la inseguridad total, y la ficción posmoderna se convierte en una parodia metaficcional de la pretendida objetividad.

Pero si el problema no se enfoca en qué sistema o discurso representa mejor la realidad o si estamos condenados a la imposibilidad de hacerlo, tal vez haya una salida: abandonar (o por lo menos relativizar) los intentos de «representarla» y tratar, más bien, de presentarla, para lo cual los sistemas de presentación perceptual (hipermedias, realidad virtual) están mejor dotados; asunto que nos lleva directo al debate entre cultura de la representación y cultura de la presentación (Gumbrecht), según el cual, el pensamiento occidental ha estado siempre más del lado de la metafísica que de la física; ha valorado más la producción de sentido que la producción de presencia y ha llegado la hora, pero también el dispositivo tecnológico y cultural para equilibrar las cosas.

La segunda característica de la novela posmoderna tiene que ver con la manera como ella refleja la situación contemporánea del sujeto débil, principalmente con sus personajes que reflejan con sus actitudes el fin del ideal moderno del sujeto: sujeto incompleto, incapaz de distinguir entre verdad y mentira; disfraces del sujeto humanista y cartesiano, incapaces de relación con otros, con una percepción esquizofrénica de la realidad, fragmentados emocionalmente, sin sentido del mundo y sufriendo una ausencia de relación entre cuerpo y mente.

Ante esta situación, las otras dimensiones de la subjetividad novelesca también son impactadas: autor, y lector. El autor evita lo más que puede los sistemas de representación realista, articula múltiples voces para evitar la sensación autoritaria, rompe constantemente los códigos de ilusión ficcional, intenta poner en evidencia siempre la vulnerabilidad de toda representación del mundo, incluida su propia obra. El lector entre tanto es recuperado en cuanto copartícpe y decodificador y a él se dirigen todos los esfuerzos de una doble productividad. Estas refiguraciones del autor y del lector serán claves para la hiperficción y prefigurarán una de las tendencias del arte de la cibercultura: el pequeño creador.

Cito largamente a Rocío Gómez Zululaga quien ha escrito la mejor descripción que conozco sobre las posibilidades que abren las nuevas tecnologías en el plano de un empoderamiento ya no del lector, como del ciudadano común y que para mi constituye prácticamente un manifiesto del sujeto débil como protagonista no ya del sombrío posmodernismo, como del alentador ambiente de la cibercultura

“Estas tecnologías movilizan nuevas formas de relación del hombre con su mundo interior y exterior, permiten incrementar las capacidades de comunicación, construyen formas de registro inéditas, de la experiencia; tienen modos de control potencialmente descentralizados, estimulan formas nuevas de solidaridad y de política, constituyen ambientes amigables de creación, producción y diseño; tienen un carácter háptico que tiende a involucrar el cuerpo entero, no se limitan sólo a captar el intelecto y cada vez requieren menos mediaciones interpretadoras. Vehiculizan además formas de pensamiento, de cognición y de acción que operan como piezas de bricolaje; propician formas de saber en las cuales el mapa emerge mientras la acción ocurre; los errores se asimilan en ese saber/hacer que funciona de forma aleatoria, compleja y en ocasiones hasta desordenada. Los nuevos repertorios tecnológicos más que instrumentos, constituyen ambientes educativos, donde potencialmente podemos integrar, correlacionar y desarrollar competencias intelectuales, lenguajes y sistemas notacionales conquistados por las historias sociales e individuales de las personas. No son instrumentos que se agregan al mundo social, pero tampoco son simples objetos pasivos sobre los que recae la acción humana, sino que operan como verdaderos agentes sociales.

Pero contra cualquier tecnooptimismo, debemos recordar que si la máquina no nos encuentra suficientemente enriquecidos interiormente, la máquina no hará sino saquearnos y dejarnos finalmente vacíos. Ningún dispositivo técnico es capaz por sí mismo, sin producción humana que lo preceda y acompañe, de crear y generar producción social, en tanto ninguna técnica tiene significación intrínseca, sino solamente el sentido que le dan múltiples actores. Los nuevos repertorios tecnológicos requieren de formas humanas de acompañamiento y andamiaje, vínculos sociales entre pares, relaciones educativas escolares y no escolares, redes culturales, organizaciones comunitarias, movimientos sociales, etc.”

Las características 3, 4 y 5 tienen que ver con los efectos de la aplicación del paradigma y la estética posmoderna sobre los aspectos discursivos de la novela. Aquí es donde se notan más las dificultades y hasta las contradicciones de un artefacto que como la novela quiere alejarse de su carácter representacional pero sólo logra simulacros de ese propósito. Así, por ejemplo, los no tiempos y los no lugares propios de la situación posmoderna son logrados sólo a costa del desorden, la discontinuidad y la heterogeneidad a través de un medio que, como el libro no está hecho para ello.

Tal vez el mayor aporte de la novela posmoderna está en las operaciones y experimentaciones tanto macroestructurales como microestructurales. De las primeras sobre todo la metaficción (estrategia con la que mejor se da cuenta del problema ontológico) y el pastiche, y en general las operaciones de apropiación de discursos y semióticas que son incorporados, via «escriturización» al cuerpo y sistema de la novela, produciendo varios efectos (entre otros el de texto-collage). En cuanto a las operaciones microestructurales, cabe destacar como antecedentes importantes la metáfora literal (ese intento por «realizar» las metáforas, es decir por realizar el sentido literal, tratando así de allanar la distancia entre realidad y ficción, entre mundo y representación, «presentando» el mundo), y la espacialización o subordinación del tiempo al espacio que sumado a la presentación anticipan la inmersión multimedial de la narrativa digital; pero también es importante la polifonía, que se instaura como estrategia de apertura muy refinada y posibilidad de escuchar voces marginadas.

En cuanto a los temas, sugiero que el hedonismo, que podría verse como una actitud negativa, pero lo negativo se reconvierte en el ambiente de la cibercultura en una actitud constructiva, vinculada a lo que podríamos llamar el pensamiento caótico creativo, un tipo de pensamiento que brinda da una base lógica común al vagabundeo del viajero urbano, a la exploración del que examina los recursos digitales disponibles y a la disposición del navegante de Internet. Un pensamiento de por si fragmentario, no lineal y recursivo (rico en recursos, recurrente y rico en soluciones) que parecería facilitar un habitar estético del mundo técnico) que podría estar ofreciéndonos una salida epistemológica, pero también estética a la nueva situación de la cibercultura

En cuanto a la anti utopía, actitud posmoderna derivada del desengaño, vemos que es asimilada por la ciberrcultura en forma de programa.

Al respecto quisiera plantear para el debate, esta reseña de la obra de Michel Serres Un nuevo contrato natural, y de algunos apartes de su Atlas, que no es más que su visión de un nueva posibilidad para lo utópico (ver también blog).

Repensar todo: reflexiones sobre la sociedad red

Jaime Alejandro Rodríguez

El artículo de Palau sobre el libro de Serres (Regreso al contrato Natural), nos pone sobre la pista de repensar la filosofía (y como se verá: el espacio, el tiempo, la enseñanza, etc.) a partir de la observación de dos hechos: la aparición para la humanidad de una nueva conciencia de la muerte, la muerte global (que se suma así a otras dos conciencias mortuorias: la individual y la de las civilizaciones) y la re figuración de nuestras relaciones con los objetos del mundo a partir de la aparición de objetos-mundo (uno de los cuales es Internet, otro seria gaia, la madre tierra).

Estas dos nuevas “realidades” humanas nos obligan a incluir la variable “globalidad” en todos nuestros pensamientos. Ya no será posible seguir pensando localmente, ni tampoco tratando el mundo como un ente separado; eso que nuestros primitivos intuyeron y respetaron tanto y que nosotros, tan modernos, nosotros, tan racionales, creímos haber superado: nuestra estrecha (inseparable) relación con el mundo, nos llega ahora para ser asumida sin derecho al pataleo por vías inesperadas. No es ya, claro, el escenario de lo natural como lo entendíamos hasta ahora, sino que incluimos la tecnología (esa naturaleza tan humana) y es en ese sentido que debe entenderse el nuevo contrato natural del que nos habla Serres.

Es curioso: a una muerte global, una respuesta humana de vida global y esta a su vez en dos sentidos, respuesta a la vida natural con la ecología y el cuidado del medio ambiente, si; y respuesta a esa otra naturaleza nuestra, la cultura-tecnología, con nuevas reglas para el intercambio, si, con los objetos mundo que ya no solo son globales sino que reclaman y se hacen parte del mundo, de nuestro mundo; sin esas nuevas reglas, que solo podrán ser construidas desde un nuevo pensamiento: el pensamiento red y desde una nuevo escenario social: la sociedad red, podríamos desencadenar la muerte global, es decir que no basta con poner fin a la guerra fría, sino que se hace necesario constituir, formar y promover nuevas subjetividades para esta nueva “realidad”; de ahí la importancia del tema educativo, de un sistema educativo que sea capaz de mirar de frente la muerte global y de promover el nuevo contrato natural requerido.

“Enseñanza” seria el capítulo (del “Atlas” de Serres (1994), la respuesta del francés a la pregunta: ¿cómo pensar el mundo ahora que somos consientes de una muerte global y de la aparición de objetos mundo?) mas pertinente al requerimiento educacional de la nueva filosofía de la red. En este capítulo, Serres nos propone un modelo (también lo hace Lévy en su artículo: Cibercultura y educación), el modelo de la enseñanza abierta y a distancia. En realidad la clave está más en lo “abierto” que en lo distante, porque lo que quiere Serres es “luchar contra los poderes que levantan mil obstáculos ante el saber”. Y esta es la imagen que nos propone uncialmente (páginas 167 y 168):

“Para reducir distancias y allanar obstáculos, los docentes sin fronteras, viajando por el espacio geográfico y el cuerpo social, construyen estaciones nuevas y universales, de radio, de televisión, por cable o por satélite, de telefax, de correo electrónico, emisoras … redes de comunicación… materiales pedagógicos… si el saber se vuelve ubicuo… más una extraordinaria proliferación de inventos y de iniciativas sociales en materia de formación… pronto aparecerán saberes y culturas independientes de los monopolios, del poder y de la gloria de las personas y las naciones, y cuya difusión extenderá, al contrario de los anteriores, la tolerancia y la paz”.

Otra imagen que deconstruye Serres en el escenario tradicional de la enseñanza es la de (el cuerpo de) el profesor como fuente del saber (cuando el cuerpo solo es un anunciador de lo virtual), idea platónica que asemeja la relación profesor-estudiante con la de amante-amado: “la encarnación de la enseñanza en el cuerpo docente data de épocas en las que solo era portador del saber, una persona excepcional”, nos recuerda Serres (173), una figura que, tras la escritura y su desarrollo con la imprenta, ya no existe (ya no puede ni debe existir) y si creemos que existe la podemos llegar a convertir hasta en un “semidiós” (174): “si los sabios se suelen considerar como los propietarios de su especialidad, los docentes se apropian frecuentemente de sus alumnos” (174): no hay nada mejor, nada peor, concluye Serres que lo presencial… no hay nada peor, efectivamente, pero tampoco nada mejor que lo virtual (174).

¿Qué hace la tecnología virtual de hoy? Según Serres, solo potenciar (a condición de que exista la aptitud, humana y cultural, adecuada),” nuestros antiguos habitats virtuales, engendrados en otros tiempos por la tecnología de la escritura (175). Pero la virtualidad, definida por Serres no solo como una tecnología que potencia nuestras limitaciones comunicativas, es también una condición subjetiva: y esa condición la define el francés como un estar fuera de sí, que bien entendida es la condición que Queaú llama del espíritu; es decir, para Serres, el estar fuera de sí y su apoyo tecnológico, las tecnologías del discurso, del sonido, de la imagen, de los bancos de datos, de los sistemas expertos: las tecnologías del espíritu (que Lévy llama, creo más precisamente, tecnologías de la inteligencia), constituyen un escenario inmejorable para el saber libre de obstáculos. Serres nos pide entender así lo virtual hoy: tecnologías del espíritu que nos ponen en contacto con una “poderosa continuidad de su historia desde la antigüedad más remota… La enseñanza a distancia (lo virtual hoy, digo yo) nos sumerge en las facultades” (182)

Pero además de la disposición (subjetiva y cultural) a esas tecnologías del espíritu (para lo cual se constituye ya un nuevo reto educativo y social), es necesario disponer una nueva manera de ser socialmente: la red como vínculo social. Para que el saber circule gratuitamente, para que la enseñanza virtual se instale como modelo, se requiere de “la conexión por todos los medios en una red, que sea única y que fluidifique de forma creciente los tránsitos” (188) de modo que se “desmoronen los obstáculos, las ventanillas, las concesiones, las apropiaciones de cualquier orden, es decir, los monopolios del saber (188). Y para ello la mayor esperanza utópica de Serres reside en “tejer de nuevo, en y por la red, el vínculo social en general: en lugar de reducirlo a las relaciones de fuerza y de jerarquía, de dinero, de violencia, de asesinatos (fuerzas duras), la red de información y de intercambios (fuerza blanda) contribuye a trenzarlo con nuevos cabos… “ (184); pero claro: como toda utopía hay que luchar duramente contra lo establecido. Serres ve en la extensión de las redes tecnológicas una oportunidad inédita para avanzar hacia un nuevo equilibrio desde las fuerzas blandas; ellas (las redes tecnológicas) “tienden, poco a poco, a sustituir a las antiguas grandes instancias o instituciones responsables de lo global.

Propone Serres entonces, reconstruir, mediante la revolución tecnológica, los vínculos entre lo local y lo social; hacer presente y visible en tiempo real lo cegado y oculto en las instituciones; la red facilita la formación colectiva; se debe entonces, culminar el trabajo, es decir, terminar de instalar el nuevo hábitat de lo virtual, pero también hacer aparecer la red misma de nuestros vínculos (antes de la red, estábamos ciegos ante la posibilidad de los vínculos globales; antes de la red no podíamos hacer visible nuestra voluntad general).

La red, el nuevo objeto mundo (que contiene virtualmente todos los objetos) es capaz de destruir o sustituir, “para bien o para mal, a la política, la religión, el derecho, la cultura y el saber; las relaciones de violencia y de fuerza; el comercio y el dinero; …instancias que pierden su poder cuando colectivamente aprendemos a trazar los caminos de lo local a lo global” (191).

Nada mejor que este cierre in crescendo de la página 191 para terminar esta reseña y comenzar la discusión:

“El que controla la red que va de lo local a lo global (es decir el que se empodera en la red, digo yo), porque acapara todos los poderes sustituye a la política; porque tiene todos los derechos sustituye a lo judicial; porque lo sabe todo, sustituye a la sabiduría; porque hace funcionar su máquina de fabricar dioses, posee lo sagrado; elige los lugares de la violencia; hace crecer o no el comercio y el intercambio… La red misma puede (en el sentido de la capacidad). Si por ella misma piensa, domina, sabe, convence, persuade, juzga y consagra… la enseñanza abierta difundida por ella seria la primera victoria de los hombres, libres, sobre un poder, universal, que puede someterlos, es cierto, pero también liberarlos”.

Finalmente, el último punto de Lozano, vincula literatura y cultura popular, en la medida en que el posmodernismo está íntimamente relacionado con la consolidación del fenómeno de la masificación del arte, que en general se manifiesta por la integración (a través sobre todo de la cita y el pastiche) de códigos canónicos y códigos masivos y que en el campo particular de la literatura da origen al término “paraliteratura”

Los autores posmodernos toman posición frente a los críticos de la cultura de masas, quienes en últimas no admiten que la democracia se extienda al campo de la cultura (o, de otra forma: no quieren que el pensamiento débil se involucre en ella) por miedo a una reducción del valor estético de las obras producto de esa democratización. Los posmodernos son conscientes de que la cultura de masas y el arte para el consumo hacen ya inútil que se margine culturalmente a nadie y por el contrario, creen que ha llegado el momento de permitir “el acceso al beneficio de la cultura a masas ingentes anteriormente excluidas de la supuesta cultura superior; creen igualmente que la cultura de masas ofrece un cúmulo de información sobre el universo sin sugerir criterios de discriminación, sensibilizando al hombre contemporáneo en su enfrentamiento con el mundo e introduce nuevos modos de hablar, nuevos esquemas perceptivos, renovando y promoviendo el desarrollo de las artes llamadas superiores” (190).

La paraliteratura pone en práctica estas consideraciones al, por ejemplo, combinar texto con formas no verbales como el comic, la fotonovela o la canción de autor, y cuando incluye y aprecia la novela de consumo, diversificada en multitud de géneros que podemos llamar por varias razones populares: novela rosa, novela de ciencia ficción, novela del oeste, novela policiaca, novela negra, novela romántica, de espionaje, bélica, de terror, fantástica e histórica.

Pero la importancia concreta de la paraliteratura (a la que vinculamos aquí con la relación literatura y cultura de masas en la narrativa posmoderna) “reside en ciertas invariantes inherentes al propio fenómeno literario… que, o bien son utilizadas en forma paródica, o bien son asimiladas directamente con el posmodernismo” (193-194):

1. Subordinación a la literatura canónica en temas, tópicos, lenguaje y estructuras

2. Es un producto industrial, recupera al lector y se asume como producto del mercado

3. Utiliza en forma simultánea formas que pertenecen a distintos códigos semióticos (hibridismo) y experimenta con los géneros

4. Reivindica la narratividad (por encima de lo lírico o lo dramático): la novela posmoderna considera la realidad como un conjunto de microrelatos

5. Promueve un mensaje global homogéneo y deconstrucción paródica de ideas heredadas y supuestos inamovibles

6. Destrucción irónica, híbrida y paródica de los tópicos las tradiciones y los códigos (no sólo literarios), considerados por los posmodernos como imposiciones de la ideología establecida

7. Sentimentalismo y afición al melodrama, revaloración del sentimiento

Pues bien, al respecto mi posición es que la cultura digital permite un desarrollo más natural a estas posibilidades, configurando el último escenario de la cultura popular en el que, la emergencia de las tecnologías digitales interactivas pone en juego transformaciones que no hacen más que fortalecer ya no la literatura o alguno de sus ejercicios particulares, sino el ejercicio general. Por una parte, la circulación de comentarios de obras se masifica e incluso se abre la licencia para su transformación por parte del lector (fenómeno online de los fanfics y los fanarts) y surgen formas emergentes de lectura; por otro lado, se amplía la base de expresión gracias al uso creativo de las tecnologías de la recombinación, aunque esto signifique que los productos resultantes no puedan etiquetarse como obras literarias y deban alojarse en ese campo emergente a donde están yendo a parar las obras basadas en tecnología digital interactiva, llamado el netart; Además, se ensancha la base productores, es decir de personas con capacidad para generar nuevas obras (así sean “pequeñas” obras); y, finalmente, se extienden los modos de producción de obras, incluyendo ahora la gestión de singularidades y el trabajo colaborativo y colectivo.